Mil millones de mujeres para impulsar la economía

LUN 29 OCT 2012 | 12:00

Casi 1.000 millones de mujeres van a estar en condiciones de entrar a la economía global en la próxima década, sea para trabajar como empleadas, ejecutivas o emprendedoras. Hasta ahora, muchas permanecen desaprovechadas al punto de ser prácticamente invisibles en la economía global. El estudio de Booz & Company afirma que al cortarles el camino, los países están desaprovechando un recurso humano de gran valor.  
 
¿Quiénes son ellas y porqué su estatus es tan importante? Según informa la Organización Internacional del Trabajo (OIT; Naciones Unidas) aproximadamente 865 millones de mujeres estarán en edad de trabajar (entre 20 y 65 años) para 2020 y sin embargo carecerán de los requisitos fundamentales para aportar a las economías de sus países. O bien por no tener la educación necesaria y capacitación para el trabajo, o, más frecuentemente, por no poder trabajar debido a limitaciones legales, familiares, logísticas y financieras.  De esos 865 millones de personas, 812 millones viven en naciones emergentes y en desarrollo. 
 
DeAnne Aguirre y Karim Sabbagh, ambas de Booz & Company, realizaron un trabajo donde llaman a este grupo “El Tercer Billón” (recuérdese que billón en inglés equivale  a mil millones y no a millón de millones como en español). Lo llaman así porque estiman que su impacto económico será tan importante como el que generan las poblaciones de China e India.  La diferencia está en que este tercer billón formado por mujeres es olvidado en algunos países y activamente obstaculizado en otros. 
 
Se trata de un problema mucho más complejo que  fomentar el crecimiento económico en un solo país, porque las mujeres están desparramadas por todo el mundo y encuentran una cantidad de obstáculos diferentes. Tanto en economías en vías de desarrollo como en las desarrolladas las mujeres tienen tasas menores de inserción laboral y, a igual trabajo,  reciben sueldos inferiores a los de los hombres. Hasta ahora, las ganancias económicas de este grupo se han generado a pesar de poderosas fuerzas sociales en su contra. Es más, los factores que las mantienen fuera de las economías nacionales son tan  generalizados e interconectados que los gobiernos y empresas que buscan ayudarlas no saben por dónde empezar. 
 
Pero ahora algo ha cambiado. Hay un cuerpo de evidencia cuantitativa que muestra, país por país, cómo hacer para  dar poder a las mujeres, y aprovechar ese activo elaborando políticas que sirvan para introducirlas en la fuerza laboral y fomentar las empresas femeninas. 
 
El índice del tercer billón
 
El proyecto de investigación de Booz & Company evalúa el desempeño de más de 100 países en la tarea de potenciar económicamente a las mujeres. Los investigadores trabajaron con datos del World Economic Forum y de la Economist Intelligence Unit. Estas dos instituciones estudian la brecha de género en la fuerza laboral y todos los temas que hacen al bienestar de la mujer, como acceso a la medicina, derechos legales y participación política. 
 
Para este estudio específico, sin embargo, el modelo de Booz, tomó en consideración dos parámetros: “inputs,” o políticas aplicadas para potenciar económicamente a las mujeres: como igualdad de oportunidades educativas, leyes de acceso al trabajo y apoyo a emprendedoras. Luego miraron “outputs,” o indicadores del alcance de la integración de la mujer a la economía nacional. Aquí miraron inclusión (participación en la fuerza laboral) ascensos (número de mujeres entre profesionales, líderes de empresas y dueñas de empresas) y la práctica de igual salario por igual trabajo. 
 
Los resultados confirmaron la hipótesis central del Third Billion Index: que hay una relación fuerte entre mayores inputs y mayores outputs. Cuanto más fuertes las políticas para dar a las mujeres capacidad de decisión, mayor es su status económico.  
 
Países con una base sólida de inputs de potenciación – políticas tendientes a poner a las mujeres en un pie de igualdad con los hombres en el trabajo y la economía nacional – han mostrado resultados notablemente mejores. La conexión es clara y los gobiernos no deben dudar de que funcione. 
 
Algunos países ya han implementado políticas de este tipo y están generando resultados. Por ejemplo, Argentina, uno de los países que mostró una fuerte correlación entre inputs y outputs, se ubicó entre las primeras naciones latinoamericanas en promulgar legislación que regula las condiciones de trabajo para mujeres y niños. Tiene un fuerte sistema educativo en el que es mayor el número de mujeres que termina la educación secundaria y terciaria. También han avanzado en la esfera política: en el parlamento nacional las mujeres representan 24%  de las bancas, la proporción más alta del mundo. 
 

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